Capítulo 20 - (Versículos 18 - 26)
v18: “Todo el pueblo“: Aquellos que habían sido redimidos por la sangre del Cordero, y que habían salido de la esclavitud con un llamado a encontrarse con (y adorarle) el Señ-r en el desierto.
- Temblaron: La implicación de esta palabra es que se movían hacia atrás y hacia adelante en confusión. No sabían cómo responder a esta experiencia.
- Pusiéronse de lejos: Esta frase se va a repetir, por lo tanto, se enfatiza.
v19: Las cosas que vieron y escucharon representaron la Presencia de Dios. Él (el Dios Santo) se movía hacia ellos (un pueblo impío). Tenían miedo y no querían que Él se acercara más. Temían que la santidad de Dios, y ellos en su estado impuro, provocara su muerte. Esta experiencia siguió a la entrega de los 10 mandamientos. Dios reveló cuál era Su expectativa de ellos y se dieron cuenta de que estaban muy lejos de Su voluntad.
v20: Moisés sabía (por revelación, proféticamente) lo que Dios estaba haciendo. Dios quería provocar una transformación milagrosa para estas personas.
- Esta era una oportunidad para el pueblo – el temor de Dios (sinónimo de sabiduría – Proverbios 9:10) estaría con ellos. Esto llevaría a una comprensión de la voluntad de Dios. Por lo tanto, los llevaría a dejar de pecar.
- Cuando (verdaderamente) tememos a Dios es imposible pecar.
v21: El pueblo se puso de lejos: Rechazaron lo que Dios quería lograr en sus vidas. No querían acercarse más a Él. A través de la adoración adecuada iban a ser transformados (en el Monte Sinaí), pero en su lugar se rebelaron y se mantuvieron a distancia, sin querer involucrarse. Sólo Moisés se adelantó para encontrarse con Dios. Aquí tenemos un gran fracaso, una oportunidad perdida.
v22: Dios quería que la gente tuviera la misma experiencia que Moisés – que fueran transformados por la presencia de Dios y que recibiera Su revelación personal para ellos.
- Cuando la Esperanza Bienaventurada (Rapto) suceda, vamos a tener una experiencia similar a lo que Dios estaba ofreciendo a estas personas en este momento. Cuando nacemos de nuevo, el Espíritu Santo vive dentro de nosotros y nos cambia. Pero el resultado completo de esta transformación, que Dios quiere que tengamos, no se conocerá hasta que entremos en una nueva condición – ese nuevo cuerpo del Reino (vivo, pero transformado en un centelleo de un ojo – nunca queriendo pecar de nuevo).
v23: Dios comienza a presentarle a la gente un tipo diferente de experiencia de adoración a lo que se ofreció anteriormente. ¿Por qué? Porque lo rechazaron. Su adoración ahora se iba a basar en altares y sacrificios. Los israelitas sufrieron una pérdida ese día. Ahora tuvieron que conformarse con una experiencia de adoración menor.
- Todas las demás formas de adoración (cosas que eran veneradas u honradas) debían ser dejadas de lado y destruidas. La idolatría está prohibida.
v24: El altar que Dios requería no era uno que fuera similar a cómo las otras naciones construyeron sus altares. Ninguna otra nación tenía un altar de tierra. Nuestra adoración no debe de ninguna manera parecerse a la forma en que las naciones impías adoran. Cuando adoramos de la manera que Dios requiere (basado en Sus instrucciones), Su nombre (carácter) será una bendición para nosotros.
- Dios ahora va a llevar a estas personas en un viaje. Él va a causar que Su nombre habite en muchos lugares diferentes, hasta que Él llegue a Jerusalén – el lugar final donde Su Nombre morará. El propósito de Dios a lo largo de este viaje fue bendecir a Su pueblo.
v25: Dios da instrucciones muy claras. Si se usaban piedras no se podían cortar. La adoración impropia produce lo que es profano. Hacer cosas profanas (el Sábado y el Nombre de Dios son las dos cosas principales profanadas Bíblicamente) obstaculiza la bendición de Dios.
v26: El altar es un lugar de culto y sacrificio. Ambas cosas van de la mano. Dios está, aquí, advirtiendo a la gente acerca de su apariencia ante Él. Ellos no debían revelar ninguna desnudez, o exponerse de una manera que Dios ve como inapropiada. La modestia es un principio fundamental. No adoramos de acuerdo con los caminos del mundo, pero adoramos con respeto, reverencia y honor a Dios. Cuando se trata de adorar no importa lo que pensemos. La adoración no se basa en la imaginación de nuestros propios pensamientos o en lo que creemos que sea correcto. La adoración es el resultado de escuchar la revelación y las instrucciones de Dios.
Cuando leemos la Biblia, nuestro pensamiento principal no debe ser: “¿Qué significa esto para mí?” Nuestro pensamiento principal debe ser: “¿Qué está transmitiendo Dios a la audiencia original, y cómo entonces aplico eso apropiadamente a mi vida?” Nunca debemos ser casuales acerca de las cosas de Dios.
– Dr. Baruch Korman