Capítulo 9 - (Versículos 20 - 35)

v20: ¡Las cosas han cambiado! Ustedes notarán que algunos de los egipcios ahora han desarrollado un temor del SEÑ-R y un respeto / reverencia por Su Palabra. ¡Ahora se apresuran a obedecer!

 

v21: Aquellos que temían al Señ-r respondieron de una manera, aquellos que no le temían respondieron de la manera opuesta e iban a sufrir pérdida. Fue un error costoso.

 

v23Hizo Tronar: Los sonidos anunciaron la destrucción que se avecinaba.

  • Esto no era un granizo normal: Tenía llamas de fuego mezcladas con este.
 
 

v25: El poder de Dios era físicamente evidente para que todos lo vieran.

 

v26: ¡Este versículo muestra, de nuevo, los beneficios de estar en una relación de pacto con Dios Todopoderoso!

 

v27: Faraón no pensó que hubiese estado pecando hasta este punto, aunque lo había estado. Ha habido cierto crecimiento espiritual y ahora se da cuenta de que él y su pueblo son pecadores y que Dios es justo – esto es una teología buena.

 

v28: Faraón estaba realmente perturbado por el sonido del trueno (la voz que anunciaba la destrucción, muy reminiscente de lo que sucedió en el Monte Sinaí, que la gente también estaba petrificada, Éxodo 20:18-21) – al igual que él estaba perturbado por el granizo.

 

v30: A pesar de que Faraón está hablando de manera diferente Moisés, proféticamente, sabe que él sólo está actuando, y nada ha cambiado realmente en él.

 

vv31-32: Estos dos versículos hablan acerca de la singularidad del juicio de Dios. El versículo 31 nos dice que esto ocurrió en la primavera. El lino y la cebada son cultivos de primavera. Pero el versículo 32 nos muestra la gracia y bondad de Dios hacia estas personas. Él destruyó la cosecha presente, pero salvó la cosecha posterior (futura) (Romanos 6:1-2).

 

v34: Todo lo que Dios prometió hizo. Todo lo que Faraón prometió él no lo hizo.Perseveró en pecar: El pecado es conocer la verdad de Dios (saber que Él es justo y nosotros somos injustos) pero continuar en la injusticia. El pecado es el cemento que endurece nuestros corazones.

– Dr. Baruch Korman 

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